Título: Todos sus patitos
Autor: Christian Duda
Ilustrador: Julia Friese
Editorial: Lóguez Ediciones
Páginas:60
Soporte: Álbum ilustrado,cartoné
ISBN:978-84-96646-43-8
Edad recomendada: 6 años
Todo comienza con una escena típica de la naturaleza. Un zorro, siguiendo sus instintos, ataca a una pata para comérsela con la mala suerte que esta se escapa...pero dejando un huevo. Evidentemente el zorro se dispone a comérselo, no ha podido saciarse y tiene hambre. En ese momento, no obstante, el huevo se abre y asoma un patito que, tiernamente, lo llama “Mamimami”. Al corregirlo con un “no, papi” se forma un vínculo que ya nada podrá romper, ni siquiera el hambre.
Será porque Christian Duda no es un autor de literatura infantil al uso, o porque aborda uno de los temas transversales en todas las épocas y culturas, el hecho es que logra explicar una historia de lo más profunda que he visto en un álbum ilustrado para público infantil.
Escritor de teatro cómico y dramático, traspasa a “Todos sus patitos” geniales monólogos de Konrad, con los que intenta calmar su hambre aplazando el momento de devorar a su prole. Las ilustraciones de Julia Friese llenan los silencios del texto justo cuando es preciso y logrando con gran éxito su objetivo de explicar la historia.
Tenemos ante nosotros un cuento de esos que van creciendo poco a poco en las entrañas del autor. Lejos de pertenecer a la categoría “libro de encargo”, y seguramente por eso, tiene varias lecturas, todas ellas igual de potentes para abordar en el ámbito escolar. Y doy esta perspectiva ya que fue uno de los cuentos a comentar por los asistentes a la formación “separació, pèrdues i dols en la infància”, dirigida principalmente a educadores, maestros y psicopedagogos.
La historia comienza con una pérdida, la mamá pata escapa de las fauces de Konrad y abandona a su huevo. Y cuando se acaba algo, surge la oportunidad de que algo nuevo nazca...en este caso, una familia de lo más peculiar.
El amor paternal surge de manera inesperada pero con tanta fuerza que logra enjaular la naturaleza depredadora. Podemos ver a un pato que en ningún momento duda de este amor, hasta el punto de traer a su enamorada a la nueva familia sin temor alguno. Como buen padre juega a levantar por los aires a su hijo, le apoya en su primer amor y asesora en como incubar a sus propios huevos (uno de los momentos más entrañables). Con ellos, recorremos todo un camino de vida hasta su muerte, placentera y feliz, rodeado de todos sus patitos. A partir de los seis años aproximadamente (edad recomendada por la editorial) nos podría ser muy útil para abordar el tema de familias diferentes, amor incondicional, paternidad...
Hay dos ilustraciones que me impactaron por su fuerza y expresividad. Konrad intenta devorar, entre el rojo del zorro y el negro de la oscuridad de su boca, a la madre pata que huye desesperada. Dos escenas después, con la mirada caída y un profundo agujero negro en la barriga, observa al pollito. Desde el primer momento que lo ve, se enamora. Surgirá en él esa necesidad de querer y cuidar a otro, de guiarle en el camino de la vida, de traspasar su conocimiento y experiencia. Pero “...nadie olvida que tiene hambre”. Y es que esta hambre está presente (con un hábil uso humorístico) durante toda la historia. Gruñe constantemente, pero es por las noches cuando más se la escucha. Lorenz, el pato, no le da importancia, pero la extensa prole aprenderá ese lenguaje. Podrán hablarlo de manera que incluso “conversaran” con ella sin que Konrad pueda entender que dicen.
Duda nos habla de la fuerza de los instintos más bajos, de aquello que nos empuja a cometer las más terribles barbaridades desde la parte más instintiva de nuestra psique. Nos muestra como algo superior puede domar este impulso y controlarlo toda una vida, aunque no desaparezca nunca y haya que aprender a vivir con ello. Me apasiona esta visión para presentar este álbum a pre adolescentes y adolescentes. Puede ser un buen punto de partida para abordar temas como los impulsos sexuales, adiciones, ...en un espacio donde no se juzgue y se esté dispuesto a tener las orejas bien abiertas. Puede que en el silencio podamos escuchar, también, como gruñe algo desde muy a dentro.
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